Del Cine Mexicano y los Asesinos Seriales
Escrito por Revista Cinefagia el 11/22/05 • En la Categoría Cinembargo Se Mueve
Por: Ricardo Ham
Mientras la discusión sobre si el cine de asesinos seriales es un género consolidado o sigue permaneciendo a la sombra de corrientes como el cine policiaco o de terror continúa, se han realizado varios interesantes intentos fuera de Estados Unidos por llevar nuevas historias de serial killers a la pantalla grande. Desafortunadamente, la cinematografía mexicana ha explorado poco este género (o subgénero) limitándolo a sólo algunos intentos. Son contados los filmes sobre asesinos seriales realizados en nuestra industria; podemos mencionar: El Profeta Mimí, Días de Combate, La Noche de los Mil Gatos, Profundo Carmesí, Dulces Compañías, En la Mente del Asesino y Asesino en Serio, aunque de esta última mejor ni hablar (el mismísimo Santiago Segura no pudo salvarla).
El Profeta Mimí (José Estrada, 1973) es una historia interesante sobre una extraña especie de asesino serial, experto mecanógrafo y amante de la ópera, que ahorca a prostitutas con un cordón negro con el fin y excusa de librarlas de su jodida vida (cualquier semejanza con Goyo Cárdenas es pura coincidencia). Estrada conjunta un buen reparto entre los que resalta López Tarso y Ana Martin además de realizar excelentes locaciones en el centro histórico. A final de cuentas Mimí es un singular serial killer de los llamados Ángeles de la Muerte, aquellos que matan por compasión.
Por su parte Días de Combate, (García Agraz, 1993) basada en la novela homónima de Taibo II, recrea el origen de Héctor Belascoarán Shayne; después de que varias víctimas son estranguladas por un tal Cerevro (si, con V), Héctor decide investigar y empieza a provocar al asesino mediante un programa de televisión que trata sobre asesinos seriales. De hecho existen dos versiones de la cinta, una con Armendáriz Jr, y otra con Sergio Goyri como protagonistas, aunque quien se lleva las palmas es Wolf Ruvinskis encarnando al maléfico estrangulador de mujeres. Sobre el trabajo literario de Taibo II también se adaptó Algunas Nubes, (1996) nuevamente con Sergio Goyri y García Agraz.
Mención aparte para La Noche de los Mil Gatos, (Cardona Jr., 1970) cinta que representa un extraño intento del cine mexicano por acercarse al genero de terror, específicamente al bizarro mundo de los asesinos seriales, pero lo único que resulta ser es un tristemente fallido intento. Un playboy rico, quién vive en un viejo castillo con un extrañísimo criado, seduce y mata a hermosas mujeres (Zulma Faiad, Tere Velázquez) con el fin de servir los restos del cuerpo a sus 1000 hambrientos gatos y manteniendo las cabezas almacenadas en tarros llenos de formol. La mayoría del tiempo la cámara se pierde en paisajes playeros tomados desde el helicóptero del extraño protagonista interpretado por Stiglitz. El alguna escena de la cinta, el protagonista destaza el cuerpo de una de las víctimas con el fin de alimentar a sus queridos gatos. Sin embargo, en la escena siguiente, se puede ver a Stiglitz arrojando el cuerpo al enorme horno con el que cuenta el castillo, el único problema es que supuestamente el cuerpo que arroja al fuego había sido cortado en pedazos antes, ¿acaso lo volvió a armar?
Arturo Ripstein apuesta al género con su cinta Profundo Carmesí, (1996) pero a decir verdad no consigue buenos resultados. Aunque basada en un hecho real, (el de Martha Beck y Ray Fernández) una pareja de amantes sanguinarios que a través de los anuncios de corazones solitarios, contactan, enamoran, extorsionan y matan a solteronas que buscan un poco de aventura. La película se torna larga y aburrida al compararla con el filme original de Leonard Kastle Honey Moon Killers, aunque Ripstein se comprometió más con lo artístico en esta historia Kastle lo supera en veracidad y manejo de actores, Shirley Stoler y Tony Lou Bianco superan por mucho lo realizado por Jiménez Cacho y Regina Orozco.
La industria fílmica mazatlense a través de la Cooperativa Cinematográfica Séptimo Arte apoya en 1994 a Oscar Blancarte con su adaptación fílmica de Dulces Compañías, cinta que toca el asunto de un excéntrico serial killer que confirma la teoría de que el asesino siempre regresa al lugar del crimen. La cinta tiene algunos momentos muy bien logrados, sobre todo la secuencia en que el protagonista apuñala en repetidas ocasiones a su primer víctima. Ana Martín, Roberto Cobo y Ramiro Huerta son los tres únicos actores de esta película.
Pero sin duda alguna la mejor cinta mexicana sobre asesinos seriales y una de las mejores de habla hispana junto a la argentina Secretos Compartidos es Aro Tolbukhin, en la mente del asesino, (Lydia Zimmermann, Agustí Villaronga e Isaac P. 2002) siendo ambos los únicos filmes latinos que se meten de verdad a las causas y motivaciones psicológicas de los multihomicidas. Resulta un interesantísimo ejercicio de falso documental con mezcla de varios formatos visuales en la que, ahora si, Jiménez Cacho realiza una estupenda caracterización del homicida húngaro Aro Tolbukhin.
A este breve recuento de cintas podríamos sumarle el videohome El Asesino del Metro con Jorge Reynoso, Sergio Luke y Lina Santos, quienes emprenden una extenuante búsqueda por las líneas del trasporte anaranjado persiguiendo a un asesino de mujeres hasta que Lina decide servir como carnada para atrapar al escurridizo criminal. Una cinta por el estilo es El Descuartizador de René Cardona III, aquí Reyinoso encarna el terrible homicida serial Carlos García, un desquiciado pero brillante médico experto en cirugía facial, que da muerte a balazos a su esposa e hijos en una bien lograda secuencia inicial de la película. Después de tratamientos psiquiátricos, incluidos electrochoques y sedantes que le ocasionan una especie de estado de coma, es adoptado por un Proyecto de Reincorporación de enfermos mentales a la sociedad, encabezado por la Dra. Arizmendi, interpretada aquí por Edith González. El problema es que el psicópata despierta y escapa del psiquiátrico con el único fin de hacerse una máscara de piel humana al más puro estilo de Leatherface y Ed Gein juntos, pero con pésimos resultados; la máscara es tan horrible como el rostro de la Mtra. Elba Esther recién levantada y sin maquillaje.
Otro intento por recrear la figura del psicópata obsesivo, aunque sin presentar un asesino en serie, es Terror y Encajes Negros de Luis Alcoriza, quien presenta un demente fetichista obsesionado con la cabellera femenina que persigue y golpea mujeres para cortarles un mechón de pelo y guardarlo celosamente al interior de su departamento. Lo único verdaderamente valioso de esta cinta es la monumental presencia de la hermosísima Maribel Guardia, misma que años después da vida a una de las pocas asesinas seriales del cine mexicano en la cinta Un Instante Para Morir, cinta muy desconocida y no del todo mala, pese a varias incoherencias dentro de su historia que nos recuerda al hasta hoy desconocido “asesino del zodiaco”.
Quizá el único documental realizado en México sobre asesinos seriales sea Goyo, (Verónica De la Luz, Ricardo Ham, Marco Jalpa y Salvador Méndez, 2003) realizado en video y de manera independiente. Este video dividido en dos partes, la primera sobre serial killers donde presenta entrevistas con personajes como Rafael Aviña y José Luis Durán King; la segunda y más extensa sobre el caso del estrangulador de Tacuba donde muestra un vasto archivo visual que incluye fotografías de las victimas en vida y después de ser descubiertas enterradas clandestinamente en Mar del Norte, de igual forma trae a nuestros ojos las portadas del periódico La Prensa en 1942 en el que Cárdenas se llevó la de ocho columnas en más de diez ocasiones. Quizá las mejores aportaciones de este trabajo sean la extensa entrevista del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, quien, además de tener un pleito legal con el homicida, realiza una interesante crónica del cuádruple asesinato, y el inédito video de la ceremonia de titulación del veracruzano como abogado. La parte crucial de este documento visual es la entrevista de 8 minutos que en pantalla sostiene Goyo Cárdenas con el periodista Guillermo Pérez verduzco.
En conclusión, pareciera que el cine mexicano se ha desentendido de llevar a la pantalla grande historias verosímiles sobre psicópatas asesinos, pues en más de cien años de historia cinematográfica no se ha realizado ni siquiera una cinta cada diez años sobre este tema.